Según ciertos historiadores de Jujuy como Vicente Cicarelli, del éxodo jujeño no participaron todos los habitantes de Jujuy; hubieron algunas familias acomodadas, de la élite gobernante, que se quedaron y luego formaron parte del gobierno de los invasores españoles: ¿intereses creados?, ¿sentimiento europeo?, ¿negación a la pérdida de las tierras apropiadas?. ¡Estar con el gobierno de turno es histórico!.
Por otro lado, ¿cómo entender la formación del estado-nación, idea nacida en la modernidad europea y en ese contexto, la gesta del “éxodo jujeño” de carácter popular, frente a una historia de saqueo occidental y exterminio del pueblo originario?, ¿Cómo significar la hibridación (?) de la Wiphala y la celeste y blanco?. ¿Cómo interpretar la fagocitación del pensamiento simbólico y el pensamiento racional; o entre el “ser” y el “estar” según la propuesta de Kusch?
Estas son algunas de las preguntas que se ha intentando plantear en el video y que tal vez ni siquiera lo haya insinuado, o tal vez sí. De todas maneras se trata de una búsqueda y construcción colectiva en la que interviene necesariamente el que se siente interlocutor o “interlocutora” (perdón por la Real Academia Española que desautoriza el uso del género en el lenguaje, pero siento que lesiono la identidad de mis hijas al llamarlas “hijos”). De ese diálogo de lo local pero que se constituye a su vez en global y universal, tal vez surja una consciencia más crítica y comprensiva de la construcción histórica de lo humano o la subjetividad, como prefieran. En este sentido, el “Bi-Centenario del Éxodo Jujeño” brinda una oportunidad para reflexionar que significa ser jujeño o jujeña y americano o americana.
